martes, 22 de febrero de 2011

El arte influencia el arte, punto.





El arte influencia el arte. Música y literatura es un caso frecuente. En mi vida de melómana y mis años de lectura consciente he encontrado buenos ejemplos; uno de los poderes mágicos de las obras de arte es la capacidad que éstas tienen para perpetuarse en otra obra de arte.

The Smiths es la “banda alternativa” de los 80’s influenciada, en muchas ocasiones, por Oscar Wilde, escritor, poeta y dramaturgo del siglo XIX. Cemetry Gates es, según mi opinión, una de las canciones más inteligentes escritas por (Steve Patrick) Morrissey, también una de sus melodías más optimistas.



“A dreaded sunny days, so I meet you at the cemetry gates” es la frase que nos introduce al melancólico escenario de los cementerios, sin embargo, esta vez nos podemos imaginar un cementerio en un día soleado, “pavorosamente” soleado. Un cementerio es un lugar propicio para conversaciones profundas, existencialistas. ¿Por qué no discutir algo intelectual en un cementerio? Dos poetas avalan los argumentos del acompañante de Morrissey: John Keats y William Butler Yeats, mientras que los argumentos del cantante se apoyan en el excéntrico Oscar Wilde. Sin embargo, las palabras de Morrissey parecen un poco irónicas en el juego de palabras: “so we go inside, and we gravely read the stones, all those people, all those lives, where are they now?”, e incluso, parecen un poco clichés, y ¿por qué no podrían serlo?, me imagino que en los cementerios se han dicho infinitas veces las mismas palabras, “mi más sentido pésame”, “ahora está descansando”, “no somos nada”, repeticiones de antaño.

De todas maneras, en esas pocas líneas aceleradas de canción, no sólo encontramos ironía y lugares comunes sino también un PLAGIO. La conmovedora oración de Morrissey “With loves, and hates, and passions just like mine, they were born, and then they lived, and they they died, it seems so unfair, I want to cry” no es más que una parte del guión de la película The Man Who Came to Dinner (1942). Lo curioso de estas líneas es que, justamente lo que sigue en la canción, es la acusación de Morrissey contra su acompañante de charlas de cementerio a quien culpa de plagio y falta de originalidad: “You say: "ere thrice the sun done salutation to the dawn" and you claim these words as your own but I've read well, and I've heard them said a hundred times, maybe less, maybe more”. Bien, esto es complejo. La frase plagiada por el acompañante de Morrissey pertenece a una obra de William Shakespeare (Richard III) y a la vez, (plagiadas o reformuladas por Shakespeare, no estoy segura) también pertenecen a nada más ni nada menos que la Biblia. Doble plagio. Palabras mal usadas dos veces. Entonces, nuestro contradictorio cantante aconseja evitar el plagio, usar palabras propias, pues siempre habrá alguien quien nos descubra y se burle: “If you must write prose and poems the words you use should be your own don't plagiarise or take 'on loans' there's always someone, somewhere with a big nose, who knows and who trips you up and laughs when you fall”.

Tiene razón, plagiar es ridículo (sobre todo a Shakespeare, ¿quién no lo notaría?), siempre alguien se dará cuenta… pero no sé si creer el discurso de Morrissey, ya que está lleno de intencionales contradicciones.

Y es aquí donde Wilde interviene.



El arte influencia el arte y éste va y viene entre artistas e intelectuales, las palabras viajan de boca en boca como si fuesen propias.

Creo que Morrissey se burla, ironiza con la actitud de quien enseña a otros lo que él mismo no puede aprender, o quizás responde a alguna crítica (el artista fue acusado de plagio alguna vez). No plagies, dice quien plagia. ¿Le importará acaso?, pues Oscar Wilde, quien “está de su lado”, alguna vez señaló, como parte del movimiento estético del cual era figura, que “todo arte es inútl” y que “el artista no tiene preferencias morales. Una preferencia moral en un artista es un imperdonable amaneramiento de estilo”. Entonces, finalmente, ¿le importa a Morrissey si el arte se transmite a través de plagios?, quizás no. "Sure!".



Cemetry Gates

- The Smiths-


A dreaded sunny day
So I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
A dreaded sunny day
So I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
While Wilde is on mine

So we go inside and we gravely read the stones
All those people, all those lives
Where are they now ?
With loves, and hates
And passions just like mine
They were born
And then they lived
And then they died
It seems so unfair
I want to cry


You say : "'Ere thrice the sun done salutation to the dawn"
And you claim these words as your own
But I've read well, and I've heard them said
A hundred times (maybe less, maybe more)
If you must write prose/poems
The words you use should be your own
Don't plagiarise or take "on loan"
'Cause there's always someone, somewhere
With a big nose, who knows
And who trips you up and laughs
When you fall
Who'll trip you up and laugh
When you fall


You say : "'Ere long done do does did"
Words which could only be your own
And then produce the text
From whence was ripped
(Some dizzy whore, 1804)


A dreaded sunny day
So let's go where we're happy
And I meet you at the cemetry gates
Oh, Keats and Yeats are on your side
A dreaded sunny day
So let's go where we're wanted
And I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
But you lose
'Cause weird lover Wilde is on mine


Sure !



sábado, 6 de noviembre de 2010

O soy paranoica o me sigue... ¿el panteísmo?

Con una amiga, siempre solemos comentar qué tan extraño es el hecho de pensar en algo y que luego esto te siga durante la semana, te aparezca en la TV, en una canción, en una clase, o en otras conversaciones varias. Nos pasa siempre… pero no deja de ser extraño.

A mí me ha pasado a veces con nombres propios, el Humpty Dumpty, Oscar Wilde, Animal Farm; a veces con ideas, como ahora:

Por cosas de la casualidad todo lo que he leído y visto durante el último mes se relaciona con una idea que apareció después de pensar en Dios y el Diablo, leyendo en clases unos cuentos del italiano Giovanni Papini. La idea (o blasfemia) se trata más o menos de que Dios y el Diablo son una misma “cosa” que alguna vez se separaron y ansían volverse a unir. Lo pensé. Una cosa media rara, media loca, pero después me persiguió, y tomó otros rumbos. Una de esas extensiones de la idea (que debe haber sido pensada miles de veces antes, pero bueno, la novedad de la idea no es tema aquí) es que no sólo el bien y el mal son una ambigüedad, sino que todos los hombres somos también un mismo hombre, viviendo todos la misma vida… aquí se complica un poco la cosa.

Sin saber de filosofía, esto es sólo el testimonio de los lugares en los que re-apareció la idea en un lapso de tiempo de no más de tres semanas:

En Dream de Kim Ki Duk:



En El Aleph de Jorge Luis Borges:

En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.


En Sidarta de Hermann Hesse:

Siddharta se esforzó por atender mejor. La imagen de su padre, la suya y la de su hijo se juntaban; también se le apareció la figura de Kamala, pero se deshizo; igualmente vio la imagen de Govinda y de otros, y todas se entremezclaban y terminaban por desaparecer en el agua; todas corrían como el río, hacia su meta, ansiosos, sufriendo. Y la voz del río resonaba llena de ansiedad, de dolor, de un deseo insaciable. El río corría hacia su meta. Siddharta observaba a ese río forjado por él, por los suyos, por todas las personas a las que jamás había visto. Todas las corrientes de agua se deslizaban con prisa, sufriendo, hacia sus fines, y en cada meta se encontraban con otra, y llegaban a todos los objetivos, y siempre seguía otro más; y el agua se convertía en vapor, subía al cielo, se transformaba en lluvia, se precipitaba desde el cielo, se convertía en fuente, en torrente, en río, y de nuevo se deslizaba corriendo hacia su próximo fin. Pero aquella voz ansiosa había cambiado. Aún sonaba con resabios de sufrimiento y ansiedad, pero a ella se le unían otras voces de alegría y sufrimiento, sonidos buenos y malos, que reían y lloraban. Cien voces, mil voces. Siddharta escuchaba. Ahora tan sólo permanecía atento, totalmente entregado a esa sensación; completamente vacío, sólo dedicado a asimilar, se daba cuenta de que acababa de aprender a escuchar. Ya, en muchas ocasiones, había oído las voces, el río, pero hoy sonaban diferentes. Ya no podía diferenciar las alegres de las tristes, las del niño y las del hombre: todas eran una, el lamento, el anhelo y la risa del sabio, el grito de ira y el suspiro del moribundo. Todo era uno, todo permanecía estrechamente enlazado, y mil veces entremezclado. Y todo aquello unido era el río, todas las voces, los fines, los anhelos, los sufrimientos, los placeres; el río era la música de la vida. Y cuando Siddharta escuchaba con atención al río, podía oír esa canción de mil voces; y sino escuchaba el dolor ni la risa, si no ataba su alma a una de aquellas voces y no penetraba su yo en ella ni oía todas las tonalidades, entonces percibía únicamente el total, la unidad. En aquel momento, la canción de mil voces, consistía en una sola palabra: el Om, la perfección.


¿En The Meaning of Life de Don Hertzfeldt?


En un documental del Nat Geo sobre la teoría del Big Bang

Parafraseo: Lo que alguna vez se desfragmentó dando origen al universo, se expande debido a la materia oscura y en algún momento (futuro distante, espero) se contraerá para fragmentarse otra vez.


WTF!

En una de esas me patina el coco.

martes, 2 de noviembre de 2010

Momento absurdo: Para los amantes de lo absurdo

Esta debe ser una de esas cosas que se odia o se ama instantáneamente.

Por mi parte, creo que es una de las cosas más geniales y surrealistas que he visto en mi vida, y no me la puedo sacar de la cabeza.

REJECTED, es un cortometraje nominado al Óscar en 2001, creado por el estadounidense Don Hertzfeldt, que nos muestra una secuencia de ficticios comerciales realizados para una cadena de TV, que jamás fueron lanzados al aire.


Revisando otras cosas de Hertzfeldt, encuentro más profundidad de la que esperaba, harta ironía, humor negro, pero también algo de existencialismo...

Algo de irrisoria depresión por culpa de la incomunicación humana (está en inglés), y mucha crueldad:



Luv it.